«Como Iglesias en Europa, nuestra contribución a la lucha contra la soledad y el aislamiento social es, diría yo, indirecta, pero muy eficaz. Es un subproducto, un efecto colateral, de la vida y de la obra que las Iglesias realizan mientras llevan a cabo su misión principal. Esto ocurre principalmente a nivel personal y comunitario, y a menudo a nivel local».
El padre Manuel Enrique Barrios Prieto, secretario general de la Comisión de Episcopados de la Unión Europea ( COMECE ), habló en estos términos en el evento Loneliness – Policy options to combat loneliness and strengthening mental health in the EU , organizado recientemente en Estocolmo por la presidencia sueca del Consejo de la Unión Europea. Barrios Prieto ha evidenciado el papel positivo desarrollado por las Iglesias en el afrontar la soledad, examinando algunas «acciones que las Iglesias realizan para combatirla y el aislamiento social». En primer lugar, «cuando las Iglesias subrayan la importancia de la vida comunitaria y la promueven, ofrecen espacios de interacción social». En segundo lugar, cuando llegan a las personas más vulnerables y marginadas de nuestra sociedad, llegan a personas y lugares a los que otras instituciones de la sociedad no llegan o no pueden llegar. Para las Iglesias hacer amigos es parte de su misión». Además, cuando ellas «celebran momentos importantes de la vida de las personas, como el nacimiento, la edad adulta, el matrimonio, la enfermedad, la muerte, ofrecen ocasiones para vivir estos momentos particulares junto a los demás».
Las actividades de voluntariado y de beneficencia que las Iglesias desarrollan son ocasiones para hacer amigos o algo significativo, para utilizar bien el tiempo libre: «Las Iglesias viven y se expresan también en la cultura y en la sociedad en la que se encuentran; son inculturadas, como se dice teológicamente». No solo: «La enseñanza de la mayor parte de las Iglesias de hoy insiste en la ecología integral, es decir, en la protección de nuestro ambiente y en la justicia social al mismo tiempo, en cuanto que están correlacionadas. Esto va contra el individualismo presente en nuestras sociedades y la tendencia a una excesiva economía de mercado que según varios estudios lleva al aislamiento y a la soledad». Además, observó el secretario general de la COMECE , «la posibilidad ofrecida por las Iglesias de tener una guía personal y un diálogo con los ministros es una oportunidad real para un profundo encuentro personal uno-a-uno. Las iglesias implementan todas estas cosas que ayudan a combatir la soledad y el aislamiento social, indirectamente, y esto es muy importante porque evita las complicaciones relacionadas con la estigmatización. Las personas no van a la iglesia explícitamente porque quieran ser curadas de la soledad, sino por otros motivos, pero al hacerlo se ponen en contacto con instrumentos y circunstancias que la investigación ha demostrado que son eficaces para este fin».
El objetivo de la reunión de Estocolmo, celebrada a finales de abril, era debatir sobre la soledad y la salud mental desde diversas perspectivas y comprender mejor cómo las políticas de la UE , nacionales y locales, deberían abordar estos problemas, en particular después de la pandemia de la covid-19. Existe, se subrayó, una forma de soledad que consiste en la «brecha insalvable entre uno mismo y los demás, una brecha que existe incluso en presencia de relaciones interpersonales profundamente gratificantes». Este tipo de «soledad existencial», que también puede conducir a problemas de salud mental, requiere un enfoque diferente al de las terapias aplicadas en tales casos «y aquí las Iglesias tienen mucho que decir y ofrecer». Al evento asistieron alrededor de 85 delegados de Estados miembros, iglesias, organizaciones e instituciones. En las semanas siguientes, también en Estocolmo, una delegación ecuménica organizó una reunión para hablar de los esfuerzos de la Unión Europea en relación con los desafíos más urgentes.
Simone Caleffi
Osservatore Romano, 25 Agosto 2023
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